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SANMAI

SANMAI: Samadhi
 

Durante mi vida me he encontrado con hermosas casualidades que me han guiado a este camino. 

 

Llegué al Templo del Escorpión Negro a través de un buen amigo de la universidad a quien le había  expresado lo inconforme que me sentía con mi religión, pero que estaba segura que no era atea y sentía mucha curiosidad por el Budismo Zen. Resultó que su tía era “monja Zen”. 

 

Así,  Hosso Sensei se convirtió en mi Maestra y el TEN en mi refugio. Por la confianza que sentí, me hubiera gustado tomar los votos laicos desde el primer momento, pero decidí observar y esperar que fuera apropiado. Hosso me explico que no era necesario esperar nada para hacer un compromiso con esta práctica.

 

Desde mi primer sesshin a los 25 años, varias veces ha cruzado por mi mente el dejar la práctica con la idea de retomarla cuando “fuera más grande”, sin embargo, hacer el jukai me sirvió como acto simbólico para no abandonar este camino.  

 

Desde un inicio, meditar resultó fácil e intuitivo para mí; poder saborear la primera capita de un estado donde todo es más claro y al mismo tiempo intenso; donde los colores son más vívidos y los sabores y olores son más fuertes; donde una sensación de tranquilidad y felicidad te invaden. 

 

Tal vez por eso Hosso Sensei, decidió nombrarme SANMAI, porque ella veía en mí esta facilidad de NON DISTRACTED AWARENES o SAMADHI. Me cuesta trabajo traducirlo pero podría decir que se refiere a vivir el presente sin distracción. Pero también creo que su intensión fue asignarme este nombre Dharma como recordatorio de seguir practicando porque con la misma facilidad puedo renunciar.

 

Con el tiempo llegó el apego a estas primeras experiencias durante la meditación y me fue difícil soltarlas.  No se trata de la sensación que tienes al meditar si no del cambio que representa en tu vida. No hay ningún lugar al que deba llegar, la práctica está presente en la vida cotidiana que puedo disfrutar aún más si estoy en el momento presente.

 

Tiempo después las hermosas casualidades siguen apareciendo: otro amigo de la carrera de arquitectura curioso me recordó: “¿No es acaso Samadhi, el nombre que le pusiste a tu proyecto de titulación? Si mal no recuerdo, era un lugar de meditación, ¿no?”.

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